Ciudad de las almas perdidas

«Descensus Averno facilis est». «El descenso al infierno es fácil»

Hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana…

Ningún hombre elige el mal por ser el mal.
Sólo lo confunde con la felicidad, con el bien que busca.
MARY WOLLSTONECRAFT

—Siempre necesito tu fuerza, Alec —repuso Magnus, y cerró los ojos mientras sus dedos unidos comenzaban a brillar, como si entre ambos sujetaran una estrella.

«Demasiado de cualquier cosa puede acabar contigo», pensó Simon. Demasiada oscuridad podría matar, pero demasiada luz podría cegar.

Abrió el libro por la primera página, donde se hallaba el título en unas letras muy elaboradas. Sobre él, había una larga dedicatoria, en tinta muy descolorida y casi ilegible, aunque Clary pudo descifrar la firma: «Finalmente con esperanza. William Herondale».

¿Cómo podía a la vez ser Jace y no ser Jace? ¿Cómo se podía tener el corazón roto y ser feliz al mismo tiempo?

la adversidad prueba la fuerza del carácter. En momentos difíciles, en tiempos oscuros, alguna gente reluce.

—El amor no es moral o inmoral —contestó Clary—. Sólo es.

—Sebastian dice que puedo ir con vosotros.

Jace arqueó las cejas.

—¿Cortes de pelo iguales para todos?

—Espero que no —repuso Sebastian—. Los rizos me sientan fatal.