Siento un alivio efímero cuando, como en este caso, cancelo inmediatamente la suscripción de Die Fackel. Es solo deprimente la tenacidad con la cual estas personas defienden su derecho a considerar mi pluma como una sirvienta para la interpretación de sus vidas y no como amiga de la mía; extinta parece la esperanza que enarbolan junto a la tumba de sus deseos, la fastidiosa exhortación de sus expectativas temáticas. Karl Kraus