La mano que cura

«La escribiré con sangre
con tinta sangre del corazón».

Lo sé como se saben las cosas verdaderas, con el vientre.

El papá hizo un esfuerzo enorme para volver y conversamos sabiendo claramente que sería por última vez, cada palabra, cada argumento, cada silencio el último. Estoy perdido, hijita. Creo que esta enfermedad es como un laberinto y yo no encuentro el centro

en qué momento entendió que a veces la muerte no pasa, sino que se decide.

Nunca supo si el resto de su familia entendió que algo más grande y más terrible la habitaba

Pero ahí adentro se sentía más metida en un estómago que en una casa.

un costal muy lleno siempre encuentra un roto por donde rajarse.

A veces a Lina le pasaba eso, que sabía cosas pero no entendía ni cómo ni por qué, y no encontraba qué hacer con ese conocimiento.

Esa niña será tuya, pero también será de los poderes, y ellos verán cuándo te la quitan.

Es que tú tienes buena mano, niña Sole, y Soledad se miraba las manos contenta, orgullosa de sus palmas abiertas.