Que si la olvidé un poco fue porque necesitaba seguir viviendo, que si no la recordé en voz alta fue porque no pude: que tuve que despegarme esa costra que me adhería a su muerte. Me gustaría decirle que yo necesito seguir acá, durando.
Me gustaría pedirle que me perdone por haberla dejado ir, porque no supe qué otra cosa hacer. Que a pesar de todo, tuve que afianzarme en el corazón de la vida.