Zona de obras

dar consejos es oficio de soberbios. Entonces, cuando me preguntan, digo: no, ninguno, nada.

La forma en que la gente da órdenes, pregunta un precio, llena un carro de supermercado, atiende el teléfono, elige su ropa, conduce, hace su trabajo y dispone las cosas en su casa dice, de la gente, mucho más de lo que la gente está dispuesta a decir de sí

porque solo permaneciendo se conoce, y solo conociendo se comprende, y solo comprendiendo se empieza a ver

Y si las palabras que escribimos están tremendamente vivas quizás no hagan que el mundo sea un lugar mejor, quizás no hagan que las cosas cambien, pero alguna vez alzarán su mirada terrible y mirarán a un lector a los ojos y le dirán lo que tengan que decir. No podemos saber qué hará el lector con eso. Pero escribir es, también, habitar ese riesgo.»

Como decía, la felicidad de escribir –de haber escrito– se desvanece rápido.

las mentiras que inventamos para que la vida sea menos insoportable.

Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer que deviene, con el tiempo, en un texto de referencia que hace que nadie pueda volver a escribir sobre un crucero por el Caribe sin pensar en lo que ha escrito David Foster Wallace.

hablándonos de otros, nos habla, todo el tiempo, de nosotros mismos.

todo lo que hay que hacer es permanecer primero para desaparecer después.

Pero para ver no solo hay que estar; para ver, sobre todo, hay que volverse invisible.