El estruendo del silencio

Durante muchos años se ha criticado a la ciencia ficción mexicana por su poco rigor científico y su casi nula vocación tecnófila. “No generamos tecnología, pero la padecemos”, dijo alguna vez Mauricio-José Schwarz.

Más humano que humano

no eran sino el juguete caro de una mente enferma de poder

reconoció quién era la que lloraba.

MaReL

“No, no es un sueño —contestó el hombre, con la misma voz del insectoide, sin mover los labios—, es una subrutina virtual. Estoy controlando la nave desde la interfase de tu cabeza.”

Él no era humano y sin embargo empezaba a sentirse empequeñecido ante la avalancha de años que lo sepultaba cada vez que iba a acostarse, sólo interrumpida brevemente para volver a dormir.

Una nueva palabra se encendió en su mente. Antes no la había escuchado, ahora no podría vivir sin ella:

Música.

Allá en la vieja Tierra, el insectoide veía la vida humana convulsionarse.

Era un técnico idiota incapaz de realizar ninguna otra función. Eso hubiera pensado él mismo, de haber tenido la capacidad de hacerlo.

Este trozo de su mente no era utilizado porque no se le había programado ningún algoritmo de aprendizaje.