Mi marido le señaló a un vendedor la medalla al Valor y le preguntó el precio. «Te la dejo por veinte dólares», le respondió. Y después le ofreció: «Venga, te la dejo por mil rublitos de nada». «Y la orden Lenin, ¿cuánto vale?», preguntó mi marido. «Ésa sale por cien dólares», le dijo el otro. «¿Y la de la vergüenza? ¿Tienes vergüenza tú?», estalló mi marido, dispuesto a pelearse. «¿Qué demonios te pasa? ¿De qué agujero has salido? Esto que vendo son recuerdos del totalitarismo», se defendió el vendedor. Eso dijo: «recuerdos del totalitarismo».