177. Quizás ya está más claro por qué no sentí nada de romanticismo cuando me dijiste que llevabas mi última carta contigo a todas partes, durante meses y meses, sin abrir. Puede haber tenido algún propósito para ti, pero, fuese lo que fuese, sin duda se pareció poco al mío. Nunca pretendí darte un talismán, un recipiente vacío para inundarlo con cualquier anhelo, temor o sufrimiento, según el ánimo del día. Te escribí porque tenía algo que decir