En tal sentido hay que entender también su afirmación: «Si nos preocupamos de la libertad, la verdad se ocupará de sí misma.» Dicho con cuestiones concretas, no podemos expresarnos libremente contra el sexismo, el racismo, el fanatismo, la pobreza, sin referirnos a los efectos degradantes, indignos, de estas formas de discriminación. Ahí está, pues, la verdad como producto de la libertad de expresión. Los derechos humanos son, a juicio de Rorty, «tan poco “objetivos” como los quarks, pero unos y otros son indispensables, en los debates del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas o en los de la Royal Society.»4 Es decir, los derechos humanos han contribuido a tejer una idea de moralidad que es la más aceptada, la más convincente de todo lo que hemos sido capaces de concebir.