Colombina le escribe un mail a su abuela, octogenaria. En el caudaloso mensaje añora su niñez junto a ella. ¿Qué las separó?: el crecimiento, la edad, el tiempo. Son dos mujeres muy distintas. Una, libre y apodada suelta por su sentido caótico de vivir; la otra, más tradicional y cercana al mundo del hogar. Madre de muchos hijos, vivos y muertos.
La protagonista en su vagabundear cita versos de Huidobro, Neruda, Mistral. Lihn, Teillier, Gonzalo Rojas, como también recuerda canciones de su generación y de generaciones anteriores, las de sus padres y abuelos. Colombina narra con humor y soltura lo que es y cuanto le ocurre. Desempeña una serie de oficios relacionados con su arte: mima, actriz, artista callejera, “funámbula” y recorre asombrada el espacio que ocupa, la ciudad y sus barrios, San Diego, Plaza Brasil, Bío-Bío.
La novela-mail es una suerte de extenso monólogo, y, a la vez, revela el alma de una joven de nuestra época, que intenta rozar el universo clausurado de otra mujer.