Alpin Mackay, una huérfana escocesa enviada a Barbados a muy corta edad, se siente plenamente identificada con la plantación azucarera en la que ha crecido. Hasta tal punto conoce los entresijos de la producción de azúcar que cuando su tutor, el propietario de las tierras, empieza a perder facultades, es ella quien administra el negocio con sorprendentes resultados.