Tal vez el libro podría haberse titulado Queerizando las prácticas educativas, porque más que poner en práctica una teoría, sería en la propia práctica donde se produce la queerización (flores), porque más que poder hablar de pedagogías queer como un todo, como una forma de hacer educación, podemos decir que jugaremos con la incertidumbre, que se hará lo que se pueda en función de la etapa educativa o de la asignatura a impartir y, sobre todo, del momento vital en el que nos encontremos.