Se desarrollaron las jergas técnicas; estas servían para comunicarse con menos palabras y más precisión con los colegas, pero inevitablemente limitaron la comunicación con científicos de otras disciplinas. Los físicos no hablaban con los biólogos ni los geólogos con los astrónomos. Un químico no tenía nada que decirle a un matemático, ni este a un anatomista. Al llegar el siglo xx, la ciencia era un vasto territorio dividido por fronteras casi herméticas.