La ligereza

Y qué decir de ese afán por emular el fisiculturismo: trescientas páginas escritas de un tirón sin un solo punto, treinta y seis narradores combinados, nueve puntos de vista, saltos de tiempo que te dejan bizco, estructura fractal, descoyuntamientos, papiroflexia y otras ingeniosidades.

Parte de su encanto y su eficacia radica ahí, en su capacidad de ocultar la extrema dificultad bajo unos gestos naturales, incluso humildes.

El arte siempre es dificilísimo.

Por supuesto, nada es más difícil que la ligereza

Por desgracia vivimos en un mundo que confunde la ligereza con la frivolidad.

La ligereza, por tanto, como seña del gran arte.

Todo gran artista es, a su manera, un virtuoso de algo, aunque la obra de arte dista mucho de quedar reducida a una exhibición de habilidades extraordinarias.

Por desgracia vivimos en un mundo que confunde la ligereza con la frivolidad. Y no hay nada más pesado, nada más insoportablemente pesado que la frivolidad.

La ligereza es, pues, una encarnación de lo posible

No todo lo ligero es transparente. La ligereza es también opaca. Ambigua. Deja ver a través y al mismo tiempo refleja a quien mira. Enturbia la percepción en la experiencia de lo superficial. Nada es claro. Pero la falta de claridad tampoco es necesariamente pesada. Es sólo un estado, el más habitual, de hecho, en el camino de los perplejos