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Byung-Chul Han

Filosofía del budismo Zen

  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 10 сати
    La cara sonriente de Kâsyapa es el mundo. Es vida y muerte, ir y venir. Es la cara de las cosas que se demoran en cada caso. Esta cara de flor, vaciada, des-interiorizada, carente de sí mismo, que respira, recibe montes y ríos, tierra, sol y luna, viento y lluvia, hombres, animales, hierbas y árboles, o hace de espejo de todo eso, podría describirse como el lugar de la amabilidad arcaica. La «sonrisa arcaica», esta expresión profunda de la amabilidad, despierta allí donde la cara rompe su rigidez, se hace «carente de límites», se transforma en una especie de «cara de nadie».
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 10 сати
    Lo primario no es la periferia, no es la comunidad, son más bien los radios, la comunidad de las relaciones con el centro. Solo esta garantiza la auténtica subsistencia de la comunidad.[236]

    A la afabilidad arcaica, que procede del vacío, le falta precisamente este «centro». Puesto que falta el centro, tampoco hay periferia ni radios. La afabilidad arcaica formula un «ser con» sin el medio centralizante o centrípeto.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 10 сати
    Él, a saber, el budista zen, se alegra y sufre como si no fuera «él» el que se alegra y sufre. Se siente como en la respiración: no respira «él» como si la respiración dependiera de él y de su consentimiento, sino que él es respirado y allí lo que pone de propio es a lo sumo el consciente estar contemplando.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 10 сати
    Ese sentimiento de simpatía no conoce aquel yo que sufriría o se alegraría por medio de un proceso de identificación. Si todo «sentimiento» estuviera vinculado al «sujeto», la simpatía de la afabilidad arcaica no sería ningún «sentimiento». Lo que en ella se da no es ningún sentimiento «subjetivo», ninguna «inclinación».
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 10 сати
    Tener compasión con los otros hombres, sin distinguir entre familiar y extraño; aspirar siempre a salvarlos a todos sin diferencias, y en ello no pensar nunca en el propio beneficio, ni mundano ni supramundano; aunque los otros no lo sepan y no muestren ninguna gratitud, simplemente hacer bien a los demás, y nunca dar a conocer a los otros lo que abrigáis de bueno en el corazón.[215]
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 13 сати
    La amabilidad arcaica es «más antigua» que el «bien», «más antigua» que toda ley moral. Podría entenderse como una fundamentadora fuerza ética.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 13 сати
    La amabilidad arcaica se distingue de aquella comunicación amistosa en la que uno ayuda al otro a la propia manifestación de sí mismo. Serían aquí «amistosas» las palabras que posibilitaran al otro reflejarse a sí mismo sin obstáculos. La amabilidad comunicativa se orienta por el sí mismo. En cambio, la afabilidad arcaica descansa en una carencia de sí mismo. Ha de distinguirse también de aquella amabilidad en la que mantenemos al otro a distancia para defender o proteger su interior. En contraposición a esta amabilidad protectora, la arcaica brota de una apertura sin barreras.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoпре 13 сати
    Las palabras de Huitang «no tengo que esconderte nada» sin duda son una «expresión amistosa». Brotan del «corazón abierto, dadivoso». El aroma de las resedas des-interioriza a Huitang o llena su corazón vaciado. La amabilidad arcaica no se intercambia entre «personas». No es «alguien» con «alguien». Más bien habría que decir: es amable «nadie». Esa «afabilidad» no es «expresión» de la «persona», sino un gesto del vacío.
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoјуче
    El vivo permanece muerto mientras la «muerte» no está matada, es decir, mientras él contrapone la «muerte» a la «vida». Solo el que ha matado la «muerte» es vivo por entero, es decir, vive completamente, sin petrificar la «muerte» como lo otro de la «vida». Lo «completamente vivo» no se mide en lo «eterno» o «inmortal». Más bien, coincide con lo «completamente mortal».
  • Benjamin Melgarejo Reicheltje citiraoјуче
    El giro de la muerte en el budismo Zen se hace sin trabajo lúgubre. No produce un viraje de lo finito hacia lo infinito. No trabaja contra la mortalidad. Más bien, en cierto modo da la vuelta a la muerte hacia dentro. «Se muere en el morir». Esta singular forma de muerte sería otra posibilidad para escapar de la catástrofe.
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