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Vicente Quirarte,Bernardo Esquinca

Ciudad Fantasma

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  • Adriana Mayoralje citiralaпре 5 година
    Los edificios guardan energía de lo que ocurrió en ellos.
  • Berenice Torresje citiraoпре 3 године
    de acuerdo con la definición clásica de Tzvetan Todorov, lo fantástico es “aquel acontecimiento imposible de explicar por las leyes del mundo familiar o cotidiano de nuestra realidad”.
  • Berenice Torresje citiraoпре 3 године
    “¿Qué es un fantasma? Un evento terrible condenado a repetirse una y otra vez. Un instante de dolor quizás, algo muerto que parece por momentos vivo, un sentimiento suspendido en el tiempo, como una fotografía dolorosa, como un insecto atrapado en ámbar”.
  • Liliana Villasañaje citiralaјуче
    Luego, sentí el ruido sordo, el zumbido que parecía salir de sí mismo, y levanté la cara. En el jardín, casi frente a la mía, otra cara, levemente ladeada, observaba mis ojos. Un resorte instintivo me hizo saltar hacia atrás. La cara del jardín no varió su mirada, intransmisible en la sombra de las cuencas. Me dio la espalda, no distinguí más que su pequeño bulto, negro y encorvado, y escondí entre los dedos mis ojos.
  • Liliana Villasañaje citiralaјуче
    Ahora caminaba, ¿hacia…? No, no diré que cruzó la enredadera y el muro, que se evaporó, que penetró en la tierra o ascendió al cielo; en el jardín pareció abrirse un sendero, tan natural que a primera vista no me percaté de su aparición, y por él, con… lo sabía, lo había escuchado ya… con la lentitud de los rumbos perdidos, con el peso de la respiración, mi visitante se fue caminando bajo la lluvia.
  • Liliana Villasañaje citiralaјуче
    se crispan en el jardín; las siemprevivas no son las que conozco: éstas están atravesadas de un perfume que se hace doloroso, como si las acabaran de recoger en una cripta, después de años entre polvo y mármoles.
  • Liliana Villasañaje citiralaјуче
    hacerse melancolía aun antes de ser luz… y el verdor de las enredaderas, no
  • Liliana Villasañaje citiralaјуче
    Menos de veinticuatro horas entre estos muros, que son de una sensibilidad, de un fluir que corresponde a otros litorales, me han inducido a un reposo lúcido, a un sentimiento de las inminencias; en todo momento, creo percibir con agudeza mayor determinados perfumes propios de mi nueva habitación, ciertas siluetas de memoria que, conocidas otras veces en pequeños relámpagos, hoy se dilatan y corren con la viveza y lentitud de un río. Entre los remaches de la ciudad, ¿cuándo he sentido el cambio de las estaciones? Más: no lo sentimos en México; una estación se diluye en otra sin cambiar de paso, “primavera inmortal y sus indicios”; y las estaciones pierden su carácter de novedad reiterada, de casilleros con ritmos, ritos y goces propios de fronteras a las que enlazar nostalgias y proyectos, de señas que nutran y cuajen la conciencia. Mañana es el equinoccio. Hoy, aquí, sí he vuelto a experimentar, con un dejo nórdico, la llegada del otoño. Sobre el jardín que observo mientras escribo, se ha desbaratado un velo gris; de ayer a hoy, algunas hojas han caído del emparrado, hinchando el césped; otras, comienzan a dorarse, y la lluvia incesante parece lavar lo verde, llevárselo a la tierra. El humo del otoño cubre el jardín hasta las tapias, y casi podría decirse que se escuchan pasos, lentos, con peso de respiración, entre las hojas caídas.
  • Liliana Villasañaje citiralaпре 12 дана
    “Tlactocatzine, del jardín de Flandes” exorciza tal obsesión y prefigura textos futuros del autor, como “La muñeca reina” y Aura.
  • Liliana Villasañaje citiralaпре 13 дана
    Al poco tiempo de nuestro aniversario Filidor y Titina tuvieron gatitos y uno de ellos, un machito, sacó los mismos ojos de Filidor y de Doña Matilde. Decidimos regalárselo por tener el color de sus ojos. Era precioso el gatito aquel, todo gris y con sus ojitos como dos piedras de aguamarina. A Doña Matilde le gustó tanto que aceptó el obsequio, no obstante que nunca en su vida había tenido ningún animal en su casa. Le puso el nombre de Minou y lo quería que daba gusto: le compraba carne picada especial y le arregló una cesta muy linda para que durmiera al lado de la cama de ella. Todos los días lo peinaba y le ponía moños de listones finos. Creció muy bonito Minou con la buena vida que le daba Doña Matilde, pero un día 14 de octubre que nunca olvidaré, se comió no sé qué alimaña del huerto y se envenenó.
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