En agosto de 2000, Vicente Fox, candidato del PAN a la presidencia, obtuvo el triunfo en las elecciones, terminando con más de setenta años de hegemonía del PRI. Sin duda, la lucha emprendida por Marcos y el EZLN en 1994, con sus constantes reclamos de democracia, encontraba así su culminación: el triunfo de Fox era también un triunfo de los zapatistas. Paradójicamente, éstos no lo consideraron así: el mérito de echar al PRI de Los Pinos le correspondía a un candidato de la derecha que representaba los valores neoliberales contra los que luchaban los zapatistas. Si a ello se suman los primeros deslices del presidente electo, quien prometió solucionar el conflicto de Chiapas «en quince minutos», el resultado fue una nueva etapa de confrontación entre el EZLN y el nuevo gobierno, si bien mucho menos agria que la protagonizada con Salinas y Zedillo.