El prisionero de Azkabán

—¿Piensas que los muertos a los que hemos querido nos abandonan del todo? ¿No crees que los recordamos especialmente en los mayores apuros? Tu padre vive en ti, Harry, y se manifiesta más claramente cuando lo necesitas.

He pensado que a tu amigo Ron tal vez le guste esta lechuza, ya que por mi culpa se ha quedado sin rata.

Yo, Sirius Black, padrino de Harry Potter, autorizo por la presente a mi ahijado a visitar Hogsmeade los fines de semana.

—¡Vamos! —murmuró, mirando a su alrededor—. ¿Dónde estás? Vamos, papá.

—Buckbeak. ¡Se escapó! ¡Está libre! ¡Lo estuve celebrando toda la noche!

—¿CÓMO TE ATREVES A HABLAR A HARRY? —bramó Black—. ¿CÓMO TE ATREVES A MIRARLO A LA CARA? ¿CÓMO TE ATREVES A MENCIONAR A JAMES DELANTE DE ÉL?

—¡ENTONCES DEBERÍAS HABER MUERTO! —bramó Black—. ¡MEJOR MORIR QUE TRAICIONAR A TUS AMIGOS! ¡TODOS HABRÍAMOS PREFERIDO LA MUERTE A TRAICIONARTE A TI!

—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.

—No es una rata —graznó de repente Sirius Black.

—¿Qué quiere decir? ¡Claro que es una rata!

—No lo es —dijo Lupin en voz baja—. Es un mago.

—Un animago —aclaró Black— llamado Peter Pettigrew.

—Por supuesto —contestó Lupin, haciendo con la mano un ademán de impaciencia—. Yo colaboré en su elaboración. Yo soy Lunático… Es el apodo que me pusieron mis amigos en el colegio.