Ser concebido, nacer vivo, superar las enfermedades y peligros de la infancia y la adolescencia no son más que golpes de suerte o azares estadísticos. Conservar la vida durante décadas en un estado relativamente bueno es una inmensa suerte que no debe estropearse con minucias sobreactuadas o problemas inventados.
Este libro es un alegato a favor del disfrute de una vida inteligente y placentera, dispuesta a afrontar solo las desgracias inevitables y no las trampas artificiales e innecesarias.
Su autor es un profesor de investigación del CSIC que procura vivir su jubilación con ironía y templanza.