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Knjige
Virginia Woolf

La señora Dalloway

  • Paulina Chaviraje citiralaпре 3 године
    el matrimonio debe haber algo de libertad, algo de independencia entre las dos personas que viven día tras día en la misma casa
  • Sof Rosalesje citiraoпре 6 месеци
    Tenía la constante sensación, mientras miraba los taxis, de encontrarse lejos, muy lejos, mar adentro y sola; siempre tenía la sensación de que era extremadamente peligroso vivir aunque solo fuera un día.
  • Sandy Jaguarje citiralaпре 3 године
    Cuando ella perdía la fe en las relaciones humanas (la gente era tan complicada) solía ir a su jardín y allí encontraba entre las flores una paz que no le proporcionaban los hombres ni las mujeres.
  • Sandy Jaguarje citiralaпре 3 године
    Hay algo ahora mismo en mi interior, pensó mientras se detenía junto al buzón de correos, que podría disolverse en lágrimas.
  • Sandy Jaguarje citiralaпре 3 године
    la soledad concede ese privilegio: en privado uno puede hacer lo que le venga en gana. Hasta puede llorar, si no le ve nadie.
  • Sandy Jaguarje citiralaпре 3 године
    Las personas a las que más queremos no nos sirven de nada cuando estamos enfermos
  • Victoria Cassettarije citiralaпрекјуче
    enfermedad tenía el pelo casi blanco.
  • Victoria Cassettarije citiralaпрекјуче
    qué era aquello sino estar enamorada
  • Victoria Cassettarije citiralaпре 3 дана
    no podía apartar de sí una virginidad conservada a pesar del parto y que se adhería a ella como una sábana.
  • Victoria Cassettarije citiralaпре 3 дана
    rostro, de su voz; como si hubiera salido y cerrado la puerta y se encontrara sola, una figura solitaria enfrentada a la abominable noche o, para ser exactos, enfrentada a la mirada de esa prosaica mañana de junio, suavizada para algunos por el brillo de pétalos de rosa, y así lo sintió mientras se detenía junto a la ventana abierta de la escalera que dejaba entrar el golpeteo de los estores, el ladrido de los perros, sintiéndose de pronto marchita, envejecida, sin pecho, junto a esa ventana que dejaba entrar la brisa, el florecer del día fuera de las puertas, fuera de las ventanas, fuera de su cuerpo y de su mente que ahora le fallaban porque lady Bruton, de cuyos almuerzos se decía que eran extraordinariamente entretenidos, no la había invitado
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