–Recuerda algo por mí, ¿sí? Cuando la luna esté llena y brillante y estés cantando con toda la fuerza de tus pulmones, yo miraré la misma luna, y estaré cantando para ti. Para ti. Siempre por ti.
Me limpié los ojos. La pantalla estaba borrosa y el extraño que me devolvía la mirada lucía atormentado y perdido.
–Te amo, hermanito, más de lo que puedo poner en palabras. Tienes que ser valiente por mí. Obliga a Joe a ser sincero. Molesta a Ox todo lo que puedas. Enséñale a Rico a ser un lobo. Muéstrale a Chris y a Tanner las profundidades de tu corazón. Abraza a mamá y a Mark. Dile a Gordo que se relaje. Haz que Jessie le patee el culo a cualquiera que se pase de la línea. Y ama a Robbie como si fuera lo último que fueras a hacer en la vida.
Y, ay, Dios, había tantas cosas que tenía que decir, tantas cosas que nunca le había dicho, tanto que tenía que oír de mí. Que el único motivo por el que era una buena persona era por él. Que nuestro padre estaría orgulloso de en quién se había convertido. Que cuando me había perdido en el Omega y lo sentía llamándome y amenazaba con hundirme en un océano violeta, me aferré con todas mis fuerzas a mi lazo raído y me negué a soltarlo, a que me lo arrebataran.
Estoy vivo gracias a ti, quería decir.
Pero no lo hice.
–Regresaré por ti, y nada nos dañará de nuevo, jamás –dije.
»Nos vemos, ¿sí?
Y eso fue todo.
Eso fue todo.
Una vida entera reducida en unos pocos minutos en los que les suplicaba a mi manada que comprendiera la terrible decisión que estaba a punto de tomar.
Me duele