El 18 de octubre 2019 se detonó en Chile un conjunto de eventos que en pocas semanas cuestionaron, en profundidad, muchas de nuestras certidumbres colectivas. El país se ha visto enfrentado a su más grave crisis social desde hace décadas. Un conjunto heterogéneo de disputas y demandas han desestabilizado el lugar de la economía de mercado; han expresado nuevos anhelos de integración y protección social; han constituido a la violencia, en sus muy distintas manifestaciones en una realidad de inevitable análisis; han interrogado las fronteras de lo público, lo estatal y lo privado; han cuestionado formas tradicionales de ejercicio de autoridad y de regulación social; han revelado la fuerza del empuje hacia la re-definición de las relaciones entre los individuos, y entre estos y las instituciones.