es
Knjige
Walter Tevis

Sinsonte

  • Jesús M. Gallegos De S.je citiraoпре 3 године
    Pero su cuerpo —como bien sabía él— no le pertenecía. Había sido diseñado por seres humanos y solo un ser humano podría conseguir que muriera.
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoпре 4 сата
    en realidad, él no quería vivir. Lo habían engañado —engañado cruelmente— privándolo de una vida humana real; algo en su interior se rebeló entonces contra esa vida que le había sido impuesta
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoпре 4 сата
    en realidad, él no quería vivir. Lo habían engañado —engañado cruelmente— privándolo de una vida humana real; algo en su interior se rebeló entonces contra esa vida que le había sido impuesta
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    El nombre de Spofforth se lo asignó uno de los pocos hombres que aún sabían leer. Fue escogido al azar, de una vieja guía de teléfonos de Cleveland: Robert Spofforth. Era un robot Máquina Nueve, la herramienta más sofisticada jamás concebida por la ingenuidad humana
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    Al igual que al monstruo de Frankenstein, se le dotó de vida y de movimiento mediante una descarga eléctrica; emergió del tanque completamente desarrollado y con la capacidad de hablar
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    El resultado fue perfecto: alto, fuerte, atlético. Era un hombre negro en la flor de la vida, con hermosos músculos, unos pulmones y un corazón potentes, pelo negro rizado, ojos claros, una hermosa boca de gruesos labios, y manos grandes y poderosas
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    Era el último de una serie de cien robots designados como Máquina Nueve, las criaturas más fuertes y más inteligentes jamás fabricadas por el ser humano.
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    El cerebro de Spofforth era metálico y su cuerpo se había desarrollado a partir de tejido vivo en una época, mucho tiempo atrás, en la que la ingeniería se hallaba en declive, pero la fabricación de robots era todavía un arte elevado
  • Gustavo Chavez Perezje citiraoјуче
    Al ver la señal que lo identificaba como un robot Máquina Nueve, la mujer desvió su mirada y masculló:

    —Lo siento. Lo siento, señor.
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    Spofforth retrocedió un paso, apartándose de la muerte que buscaba y que había anhelado durante toda su larga vida, la ira que lo había poseído mermó con el ascenso del sol.
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