El arte de cultivar la atención

Quien se entrega a estas prácticas poniendo en ellas la atención del corazón en lugar de ponerlo en alcanzar el fin último, que es para lo que sirven, se empeña en vano. Sin duda, posee los instrumentos del oficio, pero se esfuerza y malgasta energía porque ignora qué es ese fin último por el que merece la pena cualquier esfuerzo.

De nada nos serviría disciplinarnos con severidad si olvidamos la razón fundamental por la que lo hacemos.

no se han desprendido de las viejas querencias del corazón por las naderías y se enfurecen por ellas como quien, careciendo de caridad apostólica, vive estéril e improductivo.

porque cuando la mente carece de centro al que retornar, se ve inevitablemente zarandeada a cada momento por todo tipo de distracciones y corre detrás del primer estímulo externo con el que se cruza.

Procuremos que la lucidez de corazón sea la razón de ser de todos nuestros actos. Es por su causa que dejamos de lado la familia, la patria, los honores, la riqueza terrenal y los placeres de toda clase, todo con el fin de mantener siempre la lucidez del corazón.

Como os decía antes, cada oficio y cada disciplina tiene un scopos característico que marca el camino. Pensad en él como una meta a corto plazo para el alma, una especie de atención mental permanente. Tenéis que concentraros en él con todas vuestras fuerzas y ser perseverantes, pues de lo contrario no lograréis el fin último, ni obtendréis la recompensa que con tanto afán perseguís.

¿Cuál es vuestro objetivo inmediato? ¿Cuál vuestro fin último? ¿Qué os mueve a soportar de buen grado tantas privaciones?»

Todo oficio y toda disciplina tiene un scopos y un telos, es decir, un objetivo inmediato y un fin último

idea de que puedes escapar a algún lugar aún más remoto o tranquilo es una fantasía vana. Siempre habrá personas que nos distraigan, responsabilidades que nos mantengan ocupados y ocasiones que nos hagan reconsiderar las decisiones que ya hemos tomado En lugar de renunciar a un modo de vida que generaciones de monjes y monjas han perfeccionado para facilitar la concentración, lo que hay que hacer es ver esas pequeñas interrupciones o desafíos como descansos productivos.

aunque el concepto moderno de flujo se lo debemos al psicólogo húngaro Mihaly Csikszentmihalyi