Los dominios perdidos

Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi
carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen «No se fía».
Mi futuro es una cuenta por pagar.

Alguien pasa silbando
Una canción que habla de nosotros.
Nunca me has preguntado qué será de nosotros:
Sólo me has preguntado el nombre de una estrella.

Junto a ti he sido quien debiera haber sido.

Acuérdate que mi signo es Cáncer,
Pequeña Acuario, sauce llorón.
Leeremos libros de astrología
Para inventar nuevas supersticiones.

Ya no podré ir solo al cine.

Es cierto que haremos el amor
Y lo haremos como me gusta a mí:
Todo un día de persianas cerradas
Hasta que tu cuerpo reemplace al sol.

La muerte nos dice que no existe
para que creamos en ella
y la llamemos.

Camino hasta el centro de una roca
que me acoge
en el centro del mundo
y el mundo y ella y yo nos amamos
con tierna indiferencia.

Para qué preguntar
si esta canción trae recuerdos.
Esta canción es sólo una canción
sin recuerdo ni olvido.
Como tú frente a mí
como yo tendido junto a ti.

Tu color preferido es el azul
Mi color preferido es el azul
Nunca más le preguntaremos a nadie qué color prefiere
Para creer que nosotros inventamos el azul.

ESTAS PALABRAS
Estas palabras quieren ser
un puñado de cerezas,
un susurro –¿para quién?–
entre una y otra oscuridad.

Si el mismo camino que sube
es el que baja
lo mejor es mirarlo
inmóvil desde una ventana