Cuatro estilos de apego

Cuando el niño no se siente querido lo atribuye a su propia insuficiencia. No piensa que sea culpa de los padres. Si no te quisieron lo suficiente sientes que fue porque no lo merecías. No fuiste capaz de hacer que te amaran más o mejor o te faltaba algo que los demás tenían y tú no. Esa sensación de no merecer, de no ser suficiente ni capaz es lo que se traduce en una baja autoestima y nos acompaña a lo largo de la vida hasta que somos capaces de convencernos de lo contrario.

Una relación de pareja es un proyecto muy ambicioso. Es nuestra responsabilidad aprender a gestionarla y construirla.

No hay ninguna decisión tomada desde el miedo que a largo a plazo nos haga felices.
El miedo es una limitación para la vida y para las relaciones de pareja. Actuar desde el miedo no está enfocado en la felicidad ni la satisfacción, sino en la seguridad, en la idea de que no nos dejen, que nos quieran y que cuiden de nosotros, y no en lo que realmente deseamos o necesitamos para ser felices.

Estar solo no es lo mismo que no tener pareja. Todos necesitamos vínculos emocionales sanos, pero estos no tienen por qué ser necesariamente de pareja. Estar solo es no tener a nadie con quien relacionarnos. Y tener pareja no es garantía de no sentirse solo. La soledad siempre tiene solución, pero la necesidad de tener pareja muchas veces nos lleva a buscar algo que no existe y nos impide disfrutar de otras relaciones.

El problema surge cuando dependes emocionalmente de alguien que no cuida de ti, que no te atiende cuando lo necesitas, que no te hace sentir seguro. La necesidad de apego responde a la supervivencia; depender de alguien a quien no le importas provoca inseguridad e inestabilidad.

Es natural y lógico. Todo vínculo emocional conlleva cierta dependencia simplemente porque crear vínculos es una necesidad para nosotros.

Cuanto más me calma mi pareja más pienso que la quiero, porque lo que siento es muy intenso. Pero esto no es amor, sino dependencia emocional.

Confundimos ansiedad con amor.

Es posible que la creencia de que necesitamos estar en pareja sea un error. Sin embargo, es algo que muchas personas sienten y, paradójicamente, esa creencia es lo que perjudica en mayor medida la relación. Esa necesidad nos lleva a sentir un vacío si no tenemos pareja, un vacío que no nos permite ser felices del todo, que no nos deja estar satisfechos con nuestra vida, aunque nos vayan bien las cosas, es un vacío que uno no sabe cómo llenar.

La razón para tener pareja no debería
ser nunca la necesidad.