primero, acompañado de las flores preciosas, fue para él señal que confirmaba la verdad de las palabras de la Madre de Ipalnemohuani, el Dador de la vida. Eran ellas la petición de que se le edificara su casita en ese lugar y a la vez el ofrecimiento de que —como lo expresa el texto con ternura— “allí mostraré, haré patente, entregaré a las gentes todo mi amor, mi mirada compasiva, mi ayuda, mi protección. Porque en verdad, yo soy vuestra madrecita compasiva. A ti y a todos los hombres que vivís juntos en esta tierra y también a todas las demás gentes que me amen, que me llamen, me busquen, confíen en mí. Así en verdad oiré su llanto, su pesar”, oncan nicnextiz, nicpantlaçaz, nicte