El afuera

Compartir todos los días a toda hora con otros es el antídoto perfecto para el «amor» en cualquiera de sus formas. Incluso las más elevadas. La veneración, dicen, es anterior al conocimiento. Nunca se podrá venerar algo a lo que se conoce demasiado.

Cada vez que M. quiere señalarme una fisura honda, un defecto irremediable, un pozo oscuro en la moral, me dice: «Al final, sos igual a lo que escribís». Y sabe que me hiere.

plantar significa tomar posesión de un territorio: es la versión civilizada de un conquistador que clava su espada en la tierra y la reclama. Plantar es apostarle al futuro,

Escribir es igual de intenso, pero más agónico. Lo que importa, tanto en el caso de los hijos como en el de las historias, es que eventualmente el mundo los acepte, que puedan salir afuera y sobrevivir.

P. explicó una teoría acerca de la herencia de los traumas. Se llama «herencia epigenética» y dice que el estilo de vida, las influencias del medio ambiente y los traumas pueden provocar cambios genéticos en la descendencia. El epigenoma es una etiqueta química que se adhiere al ADN y que funciona como un interruptor: modifica los genes, activándolos o silenciándolos. Según P. la herencia epigenética solo ha podido comprobarse en los hijos y nietos de víctimas del Holocausto

Casi todas las madres con las que me relaciono contradicen las virtudes y las taras que se esperan de ellas por la simple gracia de haber parido. Existe la idea de que hay un modelo canónico de madre expuesto en alguna vitrina, incluso, o sobre todo, cuando se trata de un modelo defectuoso. Sin embargo, yo no conozco a ninguna que se le parezca. No es un modelo, entonces, sino un mito. Una caricatura.

Quizá criar sea eso: triunfar en el intento de sentar –¿imponer?memoria en otro. Para la mayoría de las personas, la crianza es la única oportunidad que les ofrece la vida de ejercer la tiranía. Sentar memoria, como fundar una ciudad, es un gran desafío para el ego: dónde pones el ojo, qué te importa más, cómo es tu proyecto de mundo ideal y, de todo eso, qué prevalece.

En Colombia se dice que los ricos quieren ser europeos; los clasemedieros, norteamericanos, y los pobres, mexicanos

Tolero muy mal la suciedad, y eso es una maldición porque esa intolerancia es directamente proporcional a mi poquísima habilidad (y vocación) para mantener una casa limpia

Preferiría vivir en una ciudad limpia, cuidada, solidaria, sin mendigos? Supongo que sí, pero preferiría más que el lugar en el que ya vivo se curara de todo esto. Un poco, al menos