El yo pensante es todo menos el sí-mismo de la conciencia. Además, el pensamiento, tal como Hegel observa a veces respecto a la filosofía, es «algo solitario» (12), y no sólo porque estoy en el «diálogo insonoro conmigo mismo» como señala Platón (13), sino porque en el diálogo siempre vibra también algo «inefable» que el lenguaje no hacer sonar del todo ni, de hecho, hace hablar y que por tanto no sólo no se comunica al otro, sino tampoco al afectado.