No busquen historias Disney ni fábulas morales en estas páginas. Acaban de tropezar con la contundencia y la fuerza de la mejor literatura mexicana.
Antonio Ortuño, en su libro más salvaje, navega entre la sátira y la ironía y nos obliga a asomarnos a la doble condición de víctimas y victimarios que llevamos marcada en la frente.
Unas veces nos oprimen y otras oprimimos en el juego de las relaciones y la amoralidad del poder. Esbirros todos: del jefe, del hermano, del policía, del asesino, cuando no de uno mismo. Somos amos, somos esclavos y compartimos la supervivencia y la caída de estos personajes, que nos asquean, aterran o alarman en la misma medida que nos reconocemos en ellos.
“Es un maestro de las variaciones sutiles”,
Enrique Vila-Matas, El País
«Con mis allegados tratamos su estilo, su agudeza, su control de los espacios y los niveles emocionales que logra […]. Sabe cómo tocar las fibras más sensibles»
Élmer Mendoza, El Universal
«Observa a los seres humanos con la certeza de quien sabe que debe usar ácido para llegar al núcleo»
Yuri Herrera
«El espíritu punk y contestatario no excluye ni una sólida cultura ni el dominio del gesto literario: Antonio Ortuño lo ha demostrado»
Ariane Singer, Le Monde