De la Patagonia a México

El escritor está obligado a tener un oído atento al lenguaje.

Hebe Uhart

Para ir a ver cómo es la ciudad o a algún ámbito respirable fuera de la feria, donde uno se siente junto a una ventana y mire pasar a la gente, donde haya un adentro y un afuera, porque la feria no tiene adentro y afuera, es un mundo cerrado en sí mismo, en todos los sentidos

no lo veía desde un congreso en Berlín, haría unos veinte años, y ya los alemanes, cuando nadie todavía pensaba en perseguir a los fumadores, nos mandaban a unos sótanos llenos de súcubos irredentos, para que fumáramos y sufriéramos todos juntos.

Unas plantas están encima de cajones de fruta, de madera endeble. No entiendo a qué apunta toda esa mezcla y me acuerdo de lo que dijo Octavio Paz sobre qué vendría a ser la mexicanidad: “Gusto por los adornos, descuido y fausto”.

Si alguien ha amado al Paraguay, es él. Y ha escrito esto:

El Paraguay es un vasto hospital de alucinados y melancólicos. No son oradores ni capitalistas ni sargentos los que nos hacen falta, sino médicos, médicos amorosos cuyas manos a un tiempo curen y acaricien.

En todo el Botánico hay una sola persona haciendo abdominales y en el parque que rodea al museo hay eucaliptos inclinados que parecen cabezas en posición de saludo, y el suelo está lleno de naranjas caídas.

Pobres paraguayos, tanto que aman la luz y tanto que les falta. Asunción está mal iluminada, mi hotel también. Y tendría que estar iluminada por la noche como si fuera de día.

Frente a mí, con dos mesas vacías de distancia, había un señor que repartía su atención entre el diario y las palomas. Si hubiéramos estado en Buenos Aires, el espacio entre ese señor y yo habría estado absolutamente galvanizado por su actitud y la mía. Pero ahí no, y yo tenía ganas de hablar. Le dije: “No comen el queso”.

Como si fuera un comunicado de lo más natural, me dijo: “No pueden masticarlo”. La conversación siguió por la ruta palomeril y yo pensaba, ¿cómo cierra esto? Cerró sola.

Y dice que allí se puso a llorar por los desaparecidos. Añade:

–A mí no me calla nadie, el que me corta la lengua se vuelve sapo y gusano.

Otro modismo es “¿sabí vo?”. Y esta frase: “Si te queré i, ite, de no, vo ve” (“Si te querés ir, andate, si no, vos verás”)