Sobre la libertad

Morton cree que haríamos bien en desprendernos de nuestro apego al axioma de que «existir es mejor que cualquier cualidad de la existencia» (o, más concretamente, que «la existencia humana siempre es mejor que cualquier cualidad de la existencia»)

Las negociaciones CBDR-RC, que pretenden abordar el hecho de que las naciones tienen historias distintas y presentan retos distintos a la hora de reducir las emisiones de carbono, desempeñan un justo papel en cualquier cumbre internacional sobre el cambio climático.

responsabilidad común pero diferenciada y capacidades respectivas».

Moverse entre los extremos de no estar obligado con nadie y estar obligado con todos no es cosa fácil. Aun cuando nos inclinemos hacia lo segundo, nuestras ambiciones se enfrentan a graves cuestiones de escala y capacidad, sin mencionar el hecho de que, cuando se trata de cuidados, es imposible contentar a todo el mundo.

Los economistas y los políticos básicamente se han esforzado mucho en descontar el futuro y atribuir «un menor peso a los intereses humanos cuanto más lejos están en el futuro solo por el hecho de que existen en el futuro».

Cuidar del nonato no significa insistir en que nazca todo lo que aún no ha nacido.

siempre me ha parecido que los niños son importantes simplemente porque sí: ellos son nuestros semejantes, aunque más pequeños y con niveles de necesidad diferentes.

Tal teorización ha sido básica a la hora de reconocer, a veces legalmente, formas de parentesco y temporalidad no basadas en la familia heterosexual, privatizada, blanca, nuclear o incluso humana.

En Staying with the Trouble, Haraway propone el eslogan del antifuturismo reproductivo: «¡Crea afinidades, no niños!»,

No al futuro se postula provocativamente contra esta ideología, proponiendo que el «queerness dé nombre al bando de aquellos que no “luchan por los niños”, el lado que queda fuera del consenso mediante el cual toda la política confirma el valor absoluto del futurismo reproductivo».