¿Es de extrañar que la versión de la libertad por la que tantos parecen cautivados hoy en día sea de naturaleza nihilista, impulsada por la impotencia, la negación, el escapismo o la indiferencia, en lugar de abrazar una visión que imagine la posibilidad de una coexistencia, una ayuda mutua y una supervivencia a largo plazo, e incluso crea realmente en ella?