En nuestra tradición son menos comunes los relatos cuyos verbos están en presente que los de verbos en pretérito. Esto probablemente se debe, según concluimos en el curso, a que los tiempos del pasado no solo hacen la historia más creíble para el lector al dársela como realizada, sino que además la instalan directamente en la memoria: mientras lee, el lector no solo está figurándose lo que las palabras le dicen, y transportándose en ellas, sino que está, también, ya recordándolo como parte de su experiencia.