Antología poética

Es la hora de partir, la dura y fría hora
que la noche sujeta a todo horario.
El cinturón ruidoso del mar ciñe la costa.
Surgen frías estrellas, emigran negros pájaros.
Abandonado como los muelles en el alba.

Sed del fuego, abrasadora multitud del estío
que construye un Edén con unas cuantas hojas,
porque la tierra de rostro oscuro no quiere
/sufrimientos
sino frescura o fuego, agua o pan para todos

Como el mar, como el tiempo. Todo en ti fue naufragio!

Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.

Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.

Ella me quiso, a veces yo también la quería.

Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

Oh invádeme con tu boca abrasadora,

indágame, si quieres, con tus ojos nocturnos,

pero en tu nombre déjame navegar y dormir.

Quién te enseñó los pasos que hasta mí te llevaron?

Qué flor, qué piedra, qué humo mostraron mi morada?

A nadie te pareces desde que yo te amo