La vegetariana

Tengo algo atascado en la boca del estómago. No sé qué es. Siempre está ahí. Ahora siento esa pesada masa a todas horas aunque no lleve el sujetador. Por más que respiro profundamente, no se me aligera el pecho.
Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí.

Por una vez, una sola vez, quisiera gritar con todas mis fuerzas. Quisiera salir corriendo por la oscura ventana. ¿Entonces podré desembarazarme de esa masa que me obstruye el pecho? ¿Será eso posible?

Comparada con su mujer quizá fuera menos bonita, pero se podía sentir en ella la fuerza de un árbol silvestre y sin podar.

Tu propio cuerpo es lo único a lo que le puedes hacer daño. Es lo único con lo que puedes hacer lo que quieres. Pero ni eso te dejan hacer.

si no fuera por Jiwu —la responsabilidad que el niño representaba—, ella también podría soltar ese hilo.

Supo que ella estaba muerta desde hacía mucho tiempo.

sentía el impulso de clavarse los palillos en los ojos o de echarse sobre la cabeza el agua hirviendo de la tetera.

Desde que tenía uso de razón, no había hecho otra cosa que aguantar.

El recuento de cada una de las fichas que se habían jugado en la vida de su hermana no solo era fútil sino imposible

hablaba cada vez menos a medida que se hacía mayor.