La vegetariana

Tengo algo atascado en la boca del estómago. No sé qué es. Siempre está ahí. Ahora siento esa pesada masa a todas horas aunque no lleve el sujetador. Por más que respiro profundamente, no se me aligera el pecho.
Son gritos, alaridos apretujados, que se han atascado allí.

Por una vez, una sola vez, quisiera gritar con todas mis fuerzas. Quisiera salir corriendo por la oscura ventana. ¿Entonces podré desembarazarme de esa masa que me obstruye el pecho? ¿Será eso posible?

Comparada con su mujer quizá fuera menos bonita, pero se podía sentir en ella la fuerza de un árbol silvestre y sin podar.

Borró de su mente la cara del marido de Yeonghye, quien desde un principio no le había caído bien, pues tenía la frente extremadamente estrecha y el mentón puntiagudo, lo que le daba el aspecto de una persona obstinada e inflexible.

Pero precisamente esa bondad era lo que la hacía tan insoportable.

Le gustaron sus ojos pequeños de párpados lisos, su voz algo áspera pero directa, sin ese deje nasal que tenía su mujer, su modo de vestir simple y hasta esos pómulos prominentes que le daban un aspecto andrógino

La operación para agrandarse los ojos que se había hecho cuando tenía veinte años había quedado muy natural

Más que susto o desconcierto, sentía que detestaba con todas mis fuerzas a mi mujer.

Deseó con todas sus fuerzas que ella viviera y al mismo tiempo se preguntó qué significaba aquello.

Pensó que era una buena mujer. Pero precisamente esa bondad era lo que la hacía tan insoportable.