Niñapájaroglaciar

El corazón revoloteando, tratando de salirse del pecho. Como un pájaro atrapado que está tratando de seguir la voz de la luz, lanzándose contra ventanas que no abren con la esperanza de atravesarlas o hacerlas caer.

(esos segundos en vida de pájaro deben haber sido una eternidad)

Las escrituras de los enamorados en los árboles dicen aquí estuvimos, las palabras lo comprueban, nos amamos y con estas letras aquí por siempre nos quedaremos.

Hasta que llega un momento en el que algo por fin nos sacude y nos hace decir qué diablos pasó aquí, en qué momento se rompió todo.

No sabía que ser niña implicaba tener un límite, un borde. Existía y ya.

Esa fue la época en la que empecé a entender que yo era una niña, y que por eso el mundo esperaba ciertas cosas de mí, y tal vez fue por eso que sentí que necesitaba tanto mirar a otros humanos: para aprender a ser más como ellos, o sea, como supuestamente debería ser yo.

lo que le dijeron los olores que entraron por la puerta del patio

he aprendido que el mundo no tiene tiempo para los estares que no son cómodos y por eso se impacienta y blanquea los ojos cuando trato de escucharlos

mis malestares siempre han sido reales, incluso cuando me he convencido a mí misma de que son fingidos. Son reales y me han estado cuidando.

Me dijo baja la cabeza que estás entrando a un lugar sagrado.