—Cogedme de las manos las dos —les grita a las chicas, con las manos aún cogidas firmemente a mis hombros—. ¡Ahora! ¡Por favor! Os lo ruego…
Y por alguna razón le escuchan.
Tal vez ven algo en él, algo en su rostro, en sus facciones. Tal vez vean lo que yo veo desde esta perspectiva inconexa y borrosa. La desesperación de su rostro, la angustia grabada en sus formas, el modo en que me mira, como si se fuera a morir si lo hago yo.