Favorecer el encuentro individual del lector con el texto y alentar la expresión de las reacciones subjetivas y emotivas propias de toda experiencia de lectura ha sido una de las líneas de trabajo más relevantes –y más innovadoras, dada la falta de tradición escolar en este ámbito– de los últimos años. Podría decirse que este objetivo nace como respuesta a una paradoja que ha sido bien sintetizada por Gérard Langlade, cuando señalara:
Por una parte, no paramos de exaltar la lectura personal de los alumnos, hablando de la lectura autónoma y del placer de leer, pero por otra, acordamos un estatus didáctico reducido a la preparación y acompañamiento de la lectura individual,