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Yukio Mishima

La perla y otros cuentos

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  • jimenalg03je citiraoпре 5 година
    El olvido llegó, inadvertidamente, cuando nadie lo esperaba. Logró filtrarse por un ínfimo intersticio e invadió el organismo como un germen invisible, abriéndose paso lenta pero seguramente. Tomoko atravesaba inconscientes presiones como cuando uno se resiste a un sueño. Rechazaba el olvido y se decía que aquél provenía de la fuerza transmitida por el nuevo hijo que había concebido. Pero el niño sólo ayudaba.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    Había percibido algo inexplicable en la fisonomía agonizante de su marido. Algo nuevo. Le sería dado, pues, resolver el enigma.

    Reiko sintió que, por fin, también podría participar de la verdadera amarga dulzura del gran principio moral en el que había creído el teniente.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    Este maquillaje ya no estaba destinado a agradar a su marido. Se maquillaba para el mundo que estaba por abandonar.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    El dolor se extendió como una campana que sonara en forma salvaje. O como mil campanas tocando al unísono con cada respiración y con cada latido, estremeciendo todo su ser.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    Su mirada había perdido todo brillo y los suyos parecían los ojos inocentes y vacíos de un animalito.

    La agonía que se desarrollaba frente a Reiko la quemaba como un implacable sol de verano, pero era algo totalmente alejado de la pena que parecía estar partiéndola en dos. El dolor crecía con regularidad. Reiko sentía que su marido se había convertido en un ser de un mundo aparte, en un hombre íntegramente disuelto en el dolor, en un prisionero en una jaula de sufrimiento adonde ninguna mano podía llegar. Pero Reiko no experimentaba ningún dolor. Su pena no era sufrimiento, y, mientras pensaba, comenzó a sentir como si alguien hubiera levantado una cruel muralla de cristal entre ellos.

    Desde su matrimonio, la existencia de su marido se había convertido en la suya propia, y cada respiración de Shinji parecía pertenecer a Reiko. En cambio, en ese momento, mientras que la existencia de su marido en el dolor era una realidad viviente, Reiko no podía encontrar en su pena ninguna prueba concluyente de su propia existencia.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    Le pareció increíble que en medio de aquella agonía las cosas visibles pudieran todavía ser vistas y las cosas existentes, existir.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    El hoyo sombreado del ombligo podía haber sido la huella de una gota de agua recién caída allí.
  • Ivana Melgozaje citiralaјуче
    El cuello enrojeció bajo sus besos y, volviendo suavemente a los labios de su amada, apoyó su boca sobre ellos con el fluctuante movimiento de un pequeño bote. Cerrando los ojos, el mundo se convertía, así, en una mecedora.
  • Ivana Melgozaje citiralaпре 6 дана
    El teniente atrajo a su mujer y la besó con vehemencia. Sus lenguas exploraron las bocas, adentrándose en su interior suave y húmedo, y fue como si las aún desconocidas agonías de la muerte templaran sus sentidos como el acero al rojo vivo. Los lejanos dolores finales habían refinado su percepción amorosa.
  • Ivana Melgozaje citiralaпре 6 дана
    El teniente contempló las facciones de su esposa. Era el último rostro que vería en este mundo. Lo estudió minuciosamente con los ojos de un viajero despidiéndose de espléndidos paisajes.
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