Las chicas Van Apfel han desaparecido

Planeaban fugarse, ¿sabes? ―le conté a papá―. Hannah, Cordie y Ruth. Planeaban escaparse de casa la noche que desaparecieron. Y el señor Van Apfel lo

Arrodíllate! —rugió, y la tiró al suelo. Ella tropezó y cayó sobre sus rodillas desnudas, acercándose a él para intentar aliviar la presión sobre su cuero cabelludo, pero él vio lo que intentaba hacer y le retorció el pelo con más saña si cabe

La señora McCausley llevaba mucho tiempo surtiendo a la señora Van Apfel de táperes.

Lo que vi la noche antes de que desaparecieran las chicas Van Apfel ―repitió―. Nunca se lo he contado a nadie

Judía errante, así había llamado el señor Van Apfel a Cordie la noche de la fiesta de Hayley, y yo lo había buscado después en el diccionario. Así fue como me enteré de que el Judío Errante se había burlado de Jesús, o quizá le había pegado, cuando este se dirigía hacia la cruz. (En el diccionario

Judía errante, así había llamado el señor Van Apfel a Cordie la noche de la fiesta de Hayley, y yo lo había buscado después en el diccionario. Así fue como me enteré de que el Judío Errante se había burlado de Jesús, o quizá le había pegado, cuando este se dirigía hacia la cruz. (En el diccionario

Según Ruth, fue esa misma noche cuando el Señor visitó al señor Van Apfel, que, a su vez, se le apareció a Cordie mientras esta se daba un baño y le metió la cabeza bajo la superficie espumosa del agua para liberarla de todos sus pecados.

Mi preciosa Laura ―dijo con un suspiro.

Laura me había llamado hacía apenas una semana para decirme que era cáncer. Linfoma de Hodgkin. Había adoptado un tono frío, pese a referirse a ella misma, y yo me la había imaginado vestida con su bata de enfermera mientras hablaba conmigo por teléfono

Mi preciosa Laura ―dijo con un suspiro.

Laura me había llamado hacía apenas una semana para decirme que era cáncer. Linfoma de Hodgkin. Había adoptado un tono frío, pese a referirse a ella misma, y yo me la había imaginado vestida con su bata de enfermera mientras hablaba conmigo por teléfono

infierno no fuera un destino, sino solo cierto estado al que nos exiliamos nosotros mismos cuando no podemos soportar el sitio en el que estamos.