Destrózame

—La vida es un lugar sombrío —susurra—. A veces hay que aprender a ser el primero en disparar.

Quizás no soy un monstruo.

Quizás las cosas pueden cambiar.

Tú y yo, Juliette… ¿juntos? Seríamos imparables.

Son los secuaces del Restablecimiento. La iniciativa que teóricamente iba a ayudar a nuestra sociedad moribunda.

—Bueno, voy a fingir que ya no os oigo, ¿vale? —Kenji gesticula de modo aleatorio con la mano—. Seguid con lo vuestro y disfrutad de vuestro momento.

—No, no me quieres.

Cierra los ojos. Apoya la frente contra la mía.

—No tienes ni idea de lo que me haces sentir.

—Sólo mi cadáver la dejaría salir por esa puerta. —Warner ejercita la mandíbula y escupe sangre en el suelo—. A ti te mataría por placer —le amenaza—. Pero a Juliette la quiero para siempre.

—Eres deliciosa cuando te enfadas.

—Es una pena que mi sabor sea venenoso para tu paladar. —Vibro de aversión de pies a cabeza.

—Ese detalle hace que el juego resulte mucho más atractivo.

—Estás enfermo, estás muy enfermo.

—No te tengo miedo, cariño —me dice en voz baja—. Estoy absolutamente hechizado.

—Lo sé todo sobre ti, cariño. —Sonríe—. Te he deseado durante mucho tiempo. He esperado una eternidad para que estuvieras lista. No voy a dejarte escapar tan fácilmente.