El orgullo prometeico que predominaba en el hombre del siglo XIX, que consiste en el sentimiento de deberle todo lo que se es a uno mismo, empezó a desaparecer y fue reemplazado a mediados del XX por el sentimiento de inferioridad y miseria, el desnivel prometeico, de manera que el deseo del hombre actual –pensemos que Anders escribió este texto en 1951– es ser un self-made man, un producto. Porque lo que este hombre considera una vergüenza es no estar cosificado, ya que, envidioso de la perfección de los productos que crea, «se avergüenza de no ser una cosa».