La vida privada de los árboles

Sería preferible cerrar el libro, cerrar los libros, y enfrentar, sin más, no la vida, que es muy grande, sino la frágil armadura del presente.

La memoria no es ningún refugio. Sólo queda un inconsistente balbuceo de nombres de calles que ya no existen.

A veces Fernando es una mancha en la vida de Daniela, pero quién no es, de vez en cuando, una mancha en la vida de alguien.

Aquel tiempo de silencio fue un último lujo que Verónica pudo darse, un suplemento de privacidad, un espacio para construir, con dudosa calma, sus decisiones

Hace menos de una hora Julián decidió que el futuro debía comenzar. Éste es el día siguiente, pensó, y preparó café, y se lavó la cara, con especial pulcritud, refregándose una y otra vez, excesivamente, como si quisiera dañarse o borrarse.

Es una historia de amor, nada demasiado particular: dos personas construyen, con voluntad e inocencia, un mundo paralelo que, naturalmente, muy pronto se viene abajo.

Había dejado de amarla un segundo antes de comenzar a amarla

Su vida no ha cambiado: no sabe más, no sabe menos. No siente más, no siente menos.

se ama para dejar de amar y se deja de amar para empezar a amar a otros, o para quedarse solos, por un rato o para siempre. Ese es el dogma. El único dogma.

Tal vez los enemigos que nunca ha tenido han decidido reunirse.

Tal vez todo es más simple y él exagera, como siempre: la calma regresará y él volverá a ser, por fin, una voz en off. Eso quiere ser, llegar a ser, cuando viejo: una voz en off.