Por sí solos, esos discursos no hubiesen convencido a mucha gente. Pero, a diferencia de otros iluminados, Leary poseía el material, suministrado por los laboratorios Sandoz, que los ratificaba. En realidad, todos los que se sometían a los terribles efectos del LSD salían, en el peor de los casos, consternados y, la mayoría de las veces, convertidos. Intelectuales de prestigi