la renuncia a las ambiciones de gobernar el mundo y la iglesia; la independencia del emperador y de la iglesia alemana, y el fin de las múltiples formas de explotación por parte de la curia. Pero después el programa se convertía en un alegato a favor de la reforma de la vida de la iglesia y del mundo: la vida monástica, el celibato de los sacerdotes, las indulgencias, las misas de ánimas, las festividades de los santos, las peregrinaciones, las órdenes mendicantes, las universidades, las escuelas, el cuidado de los pobres y la abolición de la lujuria. Aquí ya se hallaban las afirmaciones programáticas para el sacerdocio de todos los creyentes y el ministerio de la Iglesia, que se basaba en el ejercicio público de la autoridad sacerdotal, que intrínsecamente se otorgaba a todos los cristianos