El jardin de las mariposas

Algunas personas se quedan rotas. Algunas otras recogen sus partes y las vuelven a unir con todos los filos hacia afuera.

—¿Qué decisiones estás tomando, Desmond?

—En este momento no creo que esté tomando ninguna decisión.

—Entonces, automáticamente estás tomando la decisión incorrecta. —Se irguió y abrió la boca para protestar, pero yo levanté la mano—. No tomar una decisión es una decisión. La neutralidad es un concepto, no un hecho. En realidad nadie puede vivir así.

—Nuestras decisiones nos convierten en lo que somos —dijo al fin.

Leer fue un escape cuando era más joven, y aunque ya no tenía nada en particular de lo que necesitara escapar, seguía siendo algo que amaba.

chicas vivas que lucharán durante años para adaptarse a la vida fuera del Jardín, si es que algún día lo logran.
Aun así, lo considera un buen día.

Las personas cálidas y amorosas que necesitan desesperadamente la aprobación de los demás

Las personas cálidas y amorosas que necesitan desesperadamente la aprobación de los demás se vuelven víctimas del síndrome de Estocolmo, mientras que los demás caemos en el pragmatismo.

Después de ver ambos lados en otros, yo me quedo con el pragmatismo.

Victor se aclara la garganta.

—Ya se detuvo el carrusel —le dice con voz suave—. Esta vez tu familia está esperándote.

—Nadie hablaría sobre una Mariposa que escapó si ninguna lo hubiera logrado —masculla Inara contra el cabello de Sophia—. Habría sido demasiado doloroso.

—Se llama Geoffrey MacIntosh —le dice Victor suavemente—. Ya no es el Jardinero. Tiene un nombre y un montón de heridas que lo han dejado desfigurado, y ya no es el dios del Jardín. Nunca volverá a serlo.