Y los labios de un dragón se juntan con los del chico para intentar darle todo el fuego que lleva dentro.
Y sopla, y sopla, y sopla… intentando recuperar el aliento de quien casi se ha ido.
Y sopla, y sopla, y sopla… aire, fuego y, sobre todo, esperanzas.
Y sopla…
Y por fin, el chico nota el fuego del dragón y respira.
Y tose.
Y se mueve.
Y se abraza instintivamente al dragón como un náufrago a un salvavidas.