Séneca

¿Por qué te engañas a ti mismo y ahora, por fin, comprendes la infelicidad que hace tiempo sufrías? Así lo afirmo: desde que naciste eres llevado a la muerte.

cualquiera que desprecia su vida es dueño de la tuya.

Ningún bien es útil a quien lo posee, sino aquel para cuya pérdida está aparejado el ánimo; ya que de ninguno resulta más fácil la pérdida que de aquel que no se puede echar de menos, una vez perdido.

Ningún mal es grande, si es el último. Llega a ti la muerte: debieras temerla si pudiese quedarse junto a ti, pero una de dos: o no te alcanzará, o pasará.

Es muy feliz y dueño seguro de sí aquel que espera el mañana sin inquietud. Todo el que dice: «he vivido», al levantarse recibe cada día una ganancia.

«Es penoso —objetas— tener la muerte a la vista.» En primer 6 término, ella debe estar en la consideración tanto del viejo como del joven, pues no somos convocados a ella según el censo

Todo cuanto de nuestra vida queda atrás, la muerte lo posee.

Y, si quieres poner atención, te darás cuenta de que una gran parte de la existencia se nos escapa obrando mal, la mayor parte estando inactivos, toda ella obrando cosas distintas de las que debemos.

unos tiempos se nos arrebatan, otros se nos sustraen y otros se nos escapan.

cosa honesta —dice— es la pobreza llevada con alegría».[8]

6 Mas no es pobreza aquella que es alegre; no es pobre el que tiene poco, sino el que ambiciona más.